viernes, 22 de abril de 2011

Danke Richy

Tus manos descansan abiertas sobre la hierba fresca,
Tus dedos brotan de la tierra como flores rosadas:
Tus ojos sonríen en paz.
El pasto resplandece absorto
En las olas nebulosas del cielo, que se reúnen en calma.
Todo rodea nuestro nido, hasta donde el ojo puede contemplar,
Dorados campos reales con bordes de plata,
Allí donde los animales corroen las faldas del espino.
Este visible silencio, inmóvil sobre el reloj de arena.
Profundo en el sol ansiado crece la libélula,
Colgando como un hilo azul lanzado del cielo:
De manera que esta hora alada gotea sobre nosotros.
Oh, cerremos los corazones sobre este regalo inmortal,
Atrapemos esta inarticulada hora en compañía,
Dónde el silencio de dos se transforma en una canción de amor.

miércoles, 20 de abril de 2011

Desolación absurda...

Je serai ton cercuil,
aimable pestilence!...

Noche de tenues suspiros
platónicamente ilesos:
vuelan bandadas de besos
y parejas de suspiros;
ebrios de amor, los cefiros
hinchan su leve pulmón,
y los sauces en montón
obseden los camalotes
como torvos hugonotes
de una muda emigración.

Es la divina hora azul
en que cruza el meteoro,
como metáfora de oro
por un gran cerebro azul.
Una encantada Estambul
surge de tu guardapelo
y llevan su desconsuelo
hacía vagos ostracismos
floridos sonambulismos
y adioses de terciopelo.

En este instante de esplín,
mi cerebro es como un piano
donde un aire wagneriano
toca el loco del esplín.

En el lírico festín
de la ontológica altura,
muestra la luna su dura
calavera torva y seca
y hace una rígida mueca
con su mandíbula oscura.

El mar, como gran anciano,
lleno de arrugas y canas,
junto a las playas lejanas
tiene rezongos de anciano.

Hay en acecho una mano
dentro del tembladeral;
y la supersustancial
vía láctea se me finge
la osamenta de una Esfinge
dispersada en un erial.

Cantando la tartamuda
frase de oro de una flauta,
recorre el eco su pauta
de música tartamuda.

El entrecejo de Buda
hinca el barranco sombrío,
abre un bostezo de hastío
la perezosa campaña,
y el molino es una araña
que se agita en el vacío.

¡Deja que incline mi frente
en tu frente subjetiva,
en la enferma, sensitiva
media luna de tu frente,
que en la copa decadente
de tu pupila profunda
beba el alma vagabunda
que me da ciencias astrales
en las horas espectrales
de mi vida moribunda!¡
Deja que rime unos sueños
en tu rostro de gardenia,

Hada de la neurastenia,
trágica luz de mis sueños!
Mercadera de beleños
llévame al mundo que encanta;
¡soy el genio de Atalanta
que en sus delirios evoca
el ecuador de tu boca
y el polo de tu garganta!

Con el alma hecha pedazos,
tengo un Calvario en el mundo;
amo y soy un moribundo,
tengo el alma hecha pedazos:
¡cruz me deparan tus brazos,
hiel tus lágrimas salinas,
tus diestras uñas espinas
y dos clavos luminosos
los aleonados y briosos
ojos con que me fascinas!

¡Oh mariposa nocturna
de mi lámpara suicida,
alma caduca y torcida,
evanescencia nocturna;
linfática taciturna
de mi Nirvana opioso,
en tu mirar sigiloso
me espeluzna tu erotismo
que es la pasión del abismo
por el Ángel Tenebroso!

(Es media noche.)
Las ranas
torturan en su acordeón
un "piano" de Mendelssohn
que es un gemido de ranas;
habla de cosas lejanas
un clamoreo sutil;
Y con aire acrobatil,
bajo la inquieta laguna,
hace piruetas la luna
sobre una red de marfil.

Juega el viento perfumado,
con los pétalos que arranca,
una partida muy blanca
de un ajedrez perfumado;
pliega el arroyo en el prado
su abanico de cristal,
y genialmente anormal
finge el monte a la distancia
una gran protuberancia
del cerebro universal.

¡Vengo a ti, serpiente de ojos
que hunden crímenes amenos,
la de los siete venenos
en el iris de sus ojos;
beberán tus llantos rojos
mis estertores acerbos,
mientras los fúnebres cuervos,
reyes de las sepulturas,
velan como almas oscuras
de atormentados protervos!

¡Tú eres póstuma y marchita
misteriosa flor erótica,
miliunanochesca, hipnótica,
flor de Estigia ocre y marchita,
tú eres absurda y maldita,
desterrada del Placer,
la paradoja del seren el borrón de la Nada,
una hurí desesperada
del harem de Baudelaire!
¡Ven, reclina tu cabeza
de honda noche delincuente
sobre mi tétrica frente,
sobre mi aciaga cabeza;
deje su indócil rareza
tú numen desolador,
que en el drama inmolador
de nuestros mudos abrazos
yo te abriré con mis brazos
un paréntesis de amor!


Julio Herrera y Reissig

lunes, 4 de abril de 2011

lunes, 21 de febrero de 2011

Problema insoluble

Pusiste en mí pasiones indomables
y un deseo tenaz que me devora;
su imperativo impúlsame a saciarlas,
pero lo vedan tus sagradas normas.

La pobre humanidad vacila y gime
entre los dos extremos de tu dogma:
Tú le prohíbes derramar el vino,
¡pero le ordenas inclinar la copa!

Omar Jayyam

miércoles, 9 de febrero de 2011

Las notas que me van mejor...

¿Y ahora?

Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. Shakespeare

Lo mejor sigue a la cuestión...


To be, or not to be: that is the question:
Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them? To die: to sleep;
No more; and by a sleep to say we end
The heart-ache and the thousand natural shocks
That flesh is heir to, 'tis a consummation
Devoutly to be wish'd. To die, to sleep;
To sleep: perchance to dream: ay, there's the rub;
For in that sleep of death what dreams may come
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause: there's the respect
That makes calamity of so long life;
For who would bear the whips and scorns of time,
The oppressor's wrong, the proud man's contumely,
The pangs of despised love, the law's delay,
The insolence of office and the spurns
That patient merit of the unworthy takes,
When he himself might his quietus make
With a bare bodkin? who would fardels bear,
To grunt and sweat under a weary life,
But that the dread of something after death,
The undiscover'd country from whose bourn
No traveller returns, puzzles the will
And makes us rather bear those ills we have
Than fly to others that we know not of?
Thus conscience does make cowards of us all;
And thus the native hue of resolution
Is sicklied o'er with the pale cast of thought,
And enterprises of great pith and moment
With this regard their currents turn awry,
And lose the name of action. —Soft you now!
The fair Ophelia! Nymph, in thy orisons
Be all my sins remember'd.